Las cañaíllas cuentan con una concha robusta y es llamativo uno de sus extremos -conocido como canal sifonal– que es alargado y recto. Además, suelen presentar un color amarillento o marrón claro. Es una especie habitual en el Mediterráneo y también se localiza en algunas zonas concretas de las costas orientales del océano Atlántico. Otra de sus características es que son carnívoras y se alimentan principalmente de moluscos bivalvos, ya que tienen la capacidad de perforar sus conchas para extraer a su presa.

Como curiosidad, podemos destacar que los fenicios obtenían de las glándulas branquiales de las cañaíllas el tinte de color púrpura con el que le daban color a los atuendos de las figuras destacadas de la vida pública como los emperadores y los reyes. Para que os hagáis una idea, se necesitaban más de 10.000 cañaíllas para extraer, tan solo, 1,4 gramos de tinte.

Cómo prepararlas

Habitualmente, estos moluscos suelen presentar arenilla, así que el primer paso será dejarlas bien limpias. Para ello, las cubrimos con agua y añadimos sal para que vayan soltando poco a poco todas las impurezas que contengan. Esta agua la iremos cambiando cada rato. Ahora que ya las tenemos limpias, ponemos agua a calentar y cuando rompa a hervir introducimos las cañaíllas. Las dejaremos más o menos tiempo dependiendo del tamaño de las piezas. Lo habitual es que estén listas en unos 10-12 minutos, aunque si son muy grandes, deberemos dejarlas unos minutos más. Cuando las sacamos del agua hirviendo, las introduciremos en un bol con agua salada muy fría -se le puede añadir hielo-, para detener la cocción y para que, además, cojan el punto deseado de sal.

En la pescadería número 26 del Mercado de la Encarnación podéis encontrar cañaillas a un precio espectacular.

 

Receta: Vía El Espigon

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