Lo podemos comer con tostadas, acompañando a otros condimentos, de la manera más tradicional con pan y dentro de potajes o platos algo más contundentes típicos de la cocina castellana.

La elaboración del chorizo ibérico no es realmente complicada, y se sigue haciendo de forma artesanal en muchas casas en las tradicionales «matanzas».

Su proceso de elaboración

Al igual que se elaboran otros embutidos, como el lomo o el salchichón, para el chorizo ibérico necesitaremos carne magra de cerdo ibérico, grasa del mismo cerdo debidamente seleccionada, y sal y pimentón para poder sazonarlo.

La carne y la grasa se pican con antelación, se mezclan y se condimentan. Se suelen usar para condimentar los chorizo entre 18 y 20 grs. sal por kilo de carne, y entre 18 y 28 grs. de pimentón por kilo de carne. La proporción entre pimentón dulce – pimentón picante va en el gusto de cada casa.

Hay muchos tipos de embutidos que se elaboran igual que los chorizos, pero en los que cambian los ingredientes: el salchichón, donde apenas hay grasa y se sustituye el pimentón por bolas de pimienta, la patatera, donde se cambia la carne por patata cocida,…

Una vez condimentada la carne, es típico hacer la «prueba» de cerdo, que incluso se ha convertido en plato tradicional en Extremadura: consiste en tomar parte de esa carne preparada para hacer chorizo, freírla y comerla, para comprobar si está bien de sal y de pimentón. La prueba de cerdo tiene tanto éxito que en muchos casos se reserva tanta carne para prueba como para hacer chorizo.

Si la carne está bien condimentada, se introduce en las famosas «tripas del cerdo». Hoy en día lo corriente es usar tripas industriales, hechas de material apto para consumo alimentario, aunque aún se puede ver en algunas matanzas caseras cómo se limpian las tripas del propio animal para usarlas para contener chorizo.

Una vez entripados los chorizos, se conservan en una bodega entre 3 y 5 meses. Lo importante es que se conserven frescos, secos y en ausencia de luz y de insectos.

Una correcta conservación será el éxito de su gran y potente sabor. Así, se suele dejar a una temperatura de unos 18º. Una vez ya lo tenemos en casa, lo podemos dejar al aire libre y, si está envasado al vacío, siempre es mejor sacarlo unos diez minutos antes de ser consumido.

 

Vía: Uvinum

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